Luisa de la Ascención Colmenares, Abadesa del Real Monasterio de Santa Clara de Carrión de los Condes (1565-1636)

Luisa de la Ascensión ColmenaresNacida en Madrid en 1565, sobrina del músico Antonio de Cabezón, llega a Carrión muy joven y pronto expresó su deseo de ingresar en el convento de Santa Clara de Carrión de los Condes.

Fue elegida abadesa, cargo que desempeñó varias veces entre 1609 y 1611 y entre 1615 y 1617. Por su mediación, con donativos de Felipe III y de otras personas, se construyó la iglesia actual. También construyó la sacristía junto a la iglesia; levantó los muros de ésta, reformó y amplió varias instalaciones del convento. A ella se deben además importantes reparaciones en la cercana ermita de la Piedad. Igualmente se dedicó a enriquecer artística y espiritualmente la iglesia y el convento, por ejemplo con las impresionantes tallas de la Piedad y de Cristo Crucificado, obras de Gregorio Fernández, o con el magnífico retablo.

Fue denunciada ante el Santo Oficio y sometida a proceso. Las acusaciones se basaron en los escritos de sus confesores en los que aparecían sus virtudes exageradas y la atribución de hechos milagrosos inverosímiles. El Santo Oficio decidió, mientras siguiera el proceso, apartar a Sor Luisa de su comunidad y recluirla en el convento de las Agustinas Recoletas de Valladolid, donde falleció el 28 de octubre de 1636 y secretamente recibió sepultura en el antecoro del convento. Años después de su muerte, se demostró su inocencia y se rehabilitó su memoria en 1648. El 5 de febrero de 1649 se trasladaron sus restos al monasterio de Carrión, en cuyo coro bajo reposan desde entonces.

De su probada y manifiesta santidad, he aquí algunos ejemplos.

  • En los retratos que de ella se hicieron, aparece con frecuencia con un dragón a sus pies, en referencia a la serpiente que un día apareció en la huerta del monasterio. Asustadas las monjas, avisaron a Sor Luisa, quien, con total serenidad, utilizó sus oraciones para expulsar a la serpiente, que no volvió más.

  • Hay muchos casos en los que se muestra en ella el don de la revelación. En cierta ocasión, el Padre Antonio Daza consiguió unas reliquias de los mártires de Ágreda y se dirigió por sorpresa al monasterio de Carrión para depositarlas allí. Al recibirle Sor Luisa, ella supo por revelación divina no sólo que el Padre Daza traía reliquias de mártires de Ágreda, sino incluso de cuáles de ellos.

  • También fueron numerosos los casos de bilocación. Se dice que estuvo en Madrid, junto al lecho del moribundo rey Felipe III; en Roma, donde rompió una vasija con veneno que se había preparado para el papa; en Japón, confortando al mártir franciscano Fray Juan de Santa María; en Asís, visitando el sepulcro de San Francisco; en México, interviniendo en la milagrosa conversión de los indios xumana; etc.

  • La reina D.ª Isabel de Borbón, después de haber tenido dos partos fallidos, suplicó a Sor Luisa que hiciese una camisita con la toca que traía a la cabeza para el hijo que esperaba; el resultado venturoso de su embarazo lo atribuyó la Reina a las oraciones de la monja.

  • En el monasterio de San Zoilo había un monje enfermo mental. El abad del monasterio pidió a Sor Luisa su curación, pero ella le dijo que debía acudir a Sor Anastasia de la Encarnación, por entonces abadesa de las Descalzas de Lerma, pues a ella le estaba reservado la curación de su mal. Así lo hizo el abad, y el monje sanó poco después.

  • La condesa de Monterrey vino a Carrión con el único objeto de saludar a Sor Luisa y que ella le tocara las manos, pues tenía un lobanillo que los médicos no habían podido curar. Al llegar a ella, la monja disimuladamente ocultó las manos. La condesa entonces se quejó al Vicario, pues consideraba que, por lo mucho que había favorecido al convento, no merecía el desvío que la monja le mostraba. Este ordenó a Sor Luisa que estrechase las manos a la condesa, y, al tocarle el lobanillo, desapareció por completo sin dejar ninguna señal.

También se cuenta, y consta en un manuscrito que se conserva en la biblioteca del monasterio de El Escorial, que el Excmo. Sr. Obispo de Valladolid, D. Gregorio de Pedrosa, muy afecto a Sor Luisa, vino a Carrión a visitarla, y le sucedió un curioso percance en el camino. Al vadear el río Carrión, se atascó el coche y se llenó de agua, sin que las mulas pudieran hacer pie. En tal peligro, el Obispo invocó a Sor Luisa e inmediatamente apareció un pescador, quien les indicó el camino seguro, salvándose de una muerte posible. Fuera milagroso o casual el aparecimiento del pescador, se añade que no lo volvieron a ver, aunque lo buscaron.